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309 - there's a place (306)

13 mayo 2008

El camina despacio, se frena un instante; observa a su alrededor.

No entiende mucho, pero asimila el lugar donde se encuentra.

Cada vez se da cuenta que le gusta menos donde está pisando, comienza a querer no estar ahí, más regresar por donde vino sería absurdo.

Se moverá.

Una niña (II)

17 abril 2005

La más pequeña de todos los demás, que por alguna extraña razón siempre dormía en el día, mientras quien se encarga de cuidar la casa permanecía ocupada con los demás niños. Un cierto día, las cosas cambiaron, pues cuando todos los demás niños estaban ya dormidos, la niña comenzó a llorar sin que nada en este mundo lo impidiese. Su cuidador aunque intentaba exhaustivamente calmarla, le era imposible, por más intentos que hacía por dormir a la niña, esta sólo lloraba y lloraba. Lo peor de todo era que, cuando resignado regresaba a su cuarto, incluso ahí se lograba escuchar el llanto de la pobre niña, y no le dejaba dormir.

A partir de entonces sucede lo mismo, la niña comenzaba a llorar cada noche, justo al entrar en su cuarto, y no calla hasta el amanecer. Como es de esperarse, un día la paciencia se pierde y sucede lo siguiente: estando harto de esta situación, el niñero llega al último cuarto, pero esta ocasión rompe con las reglas, toma a la niña de la mano sacándola del cuarto y recorren juntos el pasillo cual largo es hasta que llegan al otro extremo; durante el trayecto la niña permaneció callada. Al llegar e introducir a la niña a la habitación ésta comienza a llorar de nueva cuenta, con más intensidad.

Esto desespera sobremanera al nano, por lo cual pierde los estribos y pone a la niña frente a una de las paredes de su cuarto (que como es ya sabido, es blanca). La niña, intensifica su llanto, dado el miedo y el desconcierto que ahora siente. A cada segundo el llanto se vuelve más insoportable, tan intenso que los demás niños despiertan y comienzan a llorar también. En medio de la desesperación del cuidaniños (no ha dormido, y los llantos le están destrozando los nervios) toma a la niña del cuello y comienza a asfixiarla (unas apretadas de cuello :P). A pesar de esto, la niña grita aún más, y ante esto la reacción de su verdugo se torna más agresiva. Mientras esto sucede, la persona que ahorca a la niña sufre de unas visiones, en las cuales ella misma está golpeándose contra la pared. La situación se convierte en una locura total, todos los niños gritan y la niña lejos de silenciarse comienza a gritar aun con más fuerza, provocando como reacción en cadena que la fuerza con la que le presionan su cuello se incremente en el delirio del otro, las imágenes donde se estrella contra la pared se vulven más vívidas, más reales, y con más fuerza, llegando a sangrarse: se siente la sangre, la huele, le nubla la visión. Llega un momento de tal confusión entre el ahorcamiento, los gritos y su alucine de que se golpea contra la pared que no sabe que es lo que esta pasando realmente y en un instante pierde la razón y se desmaya.

¿Murió la niña?, ¿se callaron los niños?, ¿qué sucedió realmente?.

El niñero despierta entonces en la sala de un hospital, y se le acerca una mujer que le dice -¡hijo!, has despertado, ¿te sientes bien?, ¿cómo estás?- y el sólo responde -no lo se... no recuerdo nada.

Una niña (I)

05 abril 2005

Pues dada la falta de inspiración de la buena, de mis "anales literarios", extraigo esta historia que ya tiene tiempo me fue contada, me gustó y transcribí a mi estilo para enviarla por e-mail a mis contactos, ahora, corregida y aumentada quedará para la posteridad en el blog. De la misma manera, está partida en dos, se supone que para que reflexionen sobre la niña y la situación que se presenta antes de conocer el desenlace:

Esta era una casa, grande y que consistía de un solo piso, la cual funciona como un orfanatorio. Dicha casa por dentro, es un gran pasillo (si suena raro, pero imagínenlo), con puertas en ambos lados del corredor, una enfrente de la otra y que son los accesos a las habitaciones en las que se encuentran los niños, uno en cada cuarto; las paredes de todo el lugar son blancas y las puertas oscuras y las manijas de color plateado, -este aspecto es descriptivo, sin embargo es importante que consideren el color que imaginaron antes de saber los verdaderos colores, al menos los de la historia. En cada extremo del pasillo, existe también una puerta.

En este lugar la custodia corre a cargo de una sola persona, quien se encarga de mantener a los niños: alimentándolos, bañándolos, atendiendo los malestares que se presenten, etcétera. Esta persona vive ahí mismo, en uno de los cuartos extremos del pasillo, en la habitación más grande. Una de las funciones más importantes para la persona veladora, es la de dormir a los niños entre las 9 y 10 de la noche, ¿por qué esa hora?, no lo se, es uno de los misterios sin resolver...

Los niños que ahí viven son de distintas edades, pero no hay bebes. Para atenderlos, hay que hacerlo sólo uno a la vez y en su cuarto, regla que aplica igual cuando llega el toque de queda, pues los infantes no pueden salir de sus habitaciones. Los niños son unos mimados a más no poder, por lo cual, el pobre cuidador ha de ir cuarto por cuarto a contarles un breve cuento a todos y cada uno de los niños, con lo cual caen en los brasos de Morfeo (que gacho) y duermen como lo que son; a otros por cierto les canta. Así es la vida del velador, vive por y para los niños... que quien sabe como, pero ¡nunca crecen!. (en cambio el velador si envejece)

Sin embargo, la puerta del extremo contrario al cuarto de quien cuida, es especial. En ella se encuentra una niña, que es la más pequeña de todos los demás y a la cual en las noches, solo visita, y no hay necesidad de dormirla, ya que ha pasado todo el día dormida, y si se encuentra así, o despierta, realmente no importa, sólo hay que visitarla. Pero un día, la niña, comenzó a llorar, justo cuando su cuidante, se dirigía a hacer la rutinaria visita.


Y no ma... realmente es larga la historia, que ya me cansé, ahora le corto aqui.

continuará...