Pues dada la falta de inspiración de la buena, de mis "anales literarios", extraigo esta historia que ya tiene tiempo me fue contada, me gustó y transcribí a mi estilo para enviarla por e-mail a mis contactos, ahora, corregida y aumentada quedará para la posteridad en el blog. De la misma manera, está partida en dos, se supone que para que reflexionen sobre la niña y la situación que se presenta antes de conocer el desenlace:
Esta era una casa, grande y que consistía de un solo piso, la cual funciona como un orfanatorio. Dicha casa por dentro, es un gran pasillo (si suena raro, pero imagínenlo), con puertas en ambos lados del corredor, una enfrente de la otra y que son los accesos a las habitaciones en las que se encuentran los niños, uno en cada cuarto; las paredes de todo el lugar son blancas y las puertas oscuras y las manijas de color plateado, -este aspecto es descriptivo, sin embargo es importante que consideren el color que imaginaron antes de saber los verdaderos colores, al menos los de la historia. En cada extremo del pasillo, existe también una puerta.
En este lugar la custodia corre a cargo de una sola persona, quien se encarga de mantener a los niños: alimentándolos, bañándolos, atendiendo los malestares que se presenten, etcétera. Esta persona vive ahí mismo, en uno de los cuartos extremos del pasillo, en la habitación más grande. Una de las funciones más importantes para la persona veladora, es la de dormir a los niños entre las 9 y 10 de la noche, ¿por qué esa hora?, no lo se, es uno de los misterios sin resolver...
Los niños que ahí viven son de distintas edades, pero no hay bebes. Para atenderlos, hay que hacerlo sólo uno a la vez y en su cuarto, regla que aplica igual cuando llega el toque de queda, pues los infantes no pueden salir de sus habitaciones. Los niños son unos mimados a más no poder, por lo cual, el pobre cuidador ha de ir cuarto por cuarto a contarles un breve cuento a todos y cada uno de los niños, con lo cual caen en los brasos de Morfeo (que gacho) y duermen como lo que son; a otros por cierto les canta. Así es la vida del velador, vive por y para los niños... que quien sabe como, pero ¡nunca crecen!. (en cambio el velador si envejece)
Sin embargo, la puerta del extremo contrario al cuarto de quien cuida, es especial. En ella se encuentra una niña, que es la más pequeña de todos los demás y a la cual en las noches, solo visita, y no hay necesidad de dormirla, ya que ha pasado todo el día dormida, y si se encuentra así, o despierta, realmente no importa, sólo hay que visitarla. Pero un día, la niña, comenzó a llorar, justo cuando su cuidante, se dirigía a hacer la rutinaria visita.
Y no ma... realmente es larga la historia, que ya me cansé, ahora le corto aqui.
continuará...